El fenómeno de las influencers femeninas y su incursión en plataformas como OnlyFans ha generado un intenso debate en torno a la percepción social de la prostitución.
Si bien las modelos e influencers han encontrado en OnlyFans una vía para monetizar su contenido erótico de manera autónoma, también se ha señalado la existencia de un coqueteo con la prostitución.
En la superficie, parece haber una contradicción en la manera en que la sociedad percibe estas dos actividades. OnlyFans se ha normalizado como una plataforma de creación de contenido erótico, donde las mujeres pueden vender acceso a sus fotos y videos explícitos a sus seguidores. Sin embargo, la prostitución sigue siendo estigmatizada y sujeta a penalizaciones legales en muchos lugares.
Una posible explicación radica en la percepción de control y autonomía. Las influencers y modelos que utilizan OnlyFans tienen el control total sobre su contenido y la forma en que se presenta. Pueden establecer límites claros, determinar los precios y gestionar su propio negocio en línea. Esta sensación de empoderamiento y autonomía puede diferenciar su actividad de la prostitución tradicional, donde las mujeres pueden sentirse más vulnerables y sujetas a explotación.
Además, la industria del entretenimiento y la moda tiende a glorificar la imagen de las influencers y modelos como símbolos de éxito y belleza, lo que contribuye a su mejor percepción social en comparación con las trabajadoras sexuales profesionales. Existe una idealización de la figura de la influencer como emprendedora digital, mientras que la prostitución es asociada con estigmas sociales y prejuicios arraigados.
La cuestión de la moralidad también juega un papel importante. La sociedad tiende a juzgar las decisiones de las personas basándose en sus propios valores morales y culturales. Mientras que algunos pueden ver la prostitución como una violación de normas éticas y sociales, la venta de contenido erótico en plataformas como OnlyFans se percibe como una elección individual legítima.
En última instancia, la percepción de estas actividades puede variar significativamente según el contexto cultural, las normas sociales y las experiencias personales. Es importante abordar estos temas con sensibilidad y comprensión, reconociendo la complejidad de las dinámicas sociales y el papel de los valores individuales en la formación de opiniones.
Por José Ferrer
